«El cincel»
Me gustaría callar como callan los montes,
con ese silencio de ecos adormecidos;
que no muertos por las zarpas del olvido,
ni medrosos por las sendas de otros horizontes.
Me gustaría subir como suben las aves
a ese espacio, secreto y brujo, de lo alto,
y observar en él los momentos ya vividos;
cómo se dispersan sin dolor ni sobresaltos.
Mas… ¿qué sería de mí, desgraciado ambulante?
¿Renunciar yo al cincel del dolor maestro?
Que modele lento, con su arte ancestro,
un alma quieta con plenitud joyante.
Felicidad entera ansío, y no alegría a medias;
cabalgar a lomos de una vida cierta,
con sus tramos llanos y sus penas yertas,
que camino y tiempo en la paz remedia.
Y al final de todo, cuando el tiempo ahoga
esos ecos viejos de lo ya servido,
que se sienta libre, sin cadena o soga,
esta alma mía, por lo que ha sufrido.
Me gustaría callar como callan los montes,
con ese silencio de ecos adormecidos;
beber del viento sus caricias de agua fresca
y partir tranquilo, de mi paz ceñido.
Francisco José Afonso González
Fotografía: Argelia Castañeda