CENTINELA DE AMOR
Te puse tras la tapia de mi frente
para tenerte así mejor guardado
y te velé, ¡ay, amor!, diariamente
con bayoneta y casco de soldado.
Te quise tanto, tanto, que la gente
me señalaba igual que a un apestado;
¡pero qué feliz era sobre el puente
de tu amor, oh, mi río desbordado!
Un día me dijiste: -No te quiero…
y mi tapia de vidrios y de acero
a tu voz vino al suelo en un escombro.
La saliva en mi boca se hizo nieve,
y me morí como un jacinto breve
apoyado en la rosa de tu hombro.
Rafael de León